1.- Buscar en la enciclopedia:La enciclopedia era nuestra Biblia. En todas las casas había una de 20 tomos, junto con los tapetes de ganchillo, el papel pintado o el televisor Telefunken. Si tenías que hacer un trabajo en el colegio, buscabas en la enciclopedia; si se te olvidaba quién combatió en la Guerra de los Cien Años, allí estaba ella esperándote. Era muy difícil que algo no apareciese en la enciclopedia, pero si ocurría aquello era una auténtica tragedia nacional. Más tarde llegó la enciclopedia Encarta, que estaba disponible en CD-ROMS. Poco a poco, fueron cayendo en desuso y hasta la sacrosanta Enciclopedia británica dejó de imprimirse en 2012 para pasarse al formato digital.
2.-Mirar un mapa o un callejero. ¡Qué tiempos aquellos! Cuando ibas de viaje tenías que ir al maletero a localizar el mapa de carreteras, que generalmente se encontraba en un estado lamentable. Desplegar el mapa también era un auténtico reto y, después, había que estudiar concienzudamente la ruta a seguir. Nadie te decía cuál era el camino más rápido ni más corto ni dónde estaban los radares. También consultábamos los callejeros de las ciudades para buscar direcciones, nos perdíamos tres o cuatro veces e incluso preguntábamos a la gente si no las encontrábamos.
3.-Rebuscar en las páginas amarillas.Con 22,3 millones de usuarios al año, eran nuestra segunda Biblia y nuestro Google de antaño. Si se estropeaba la lavadora, las llaves o el coche, tenías que recurrir a las páginas amarillas. Fontaneros, cerrajeros, mecánicos... no eras nadie si no aparecías en ellas. También consultábamos las páginas blancas para buscar los teléfonos de particulares. Curiosamente, estas guías en papel se siguen utilizando y, actualmente, cuentan con 12,3 millones de usuarios. Y gozan de buena salud en su versión digital.
4.-Escribir cartas.Sin las cuentas de gmail, escribíamos cartas y hasta mandábamos postales. Tampoco faltaban los christmas por Navidad. Mirar el buzón era una tarea de obligado cumplimiento.
5.-Consultar los diccionarios de idiomas. En muchas casas había un diccionario o un minidiccionario de francés o inglés de bolsillo. Vale que los idiomas nunca fueron nuestro punto fuerte. Y si nos íbamos de viaje había que llevárselo sí o sí, aunque sólo fuese para dar el pego.
jajaj
ResponderEliminarjajaj
ResponderEliminaropd :v
ResponderEliminaropd :v
ResponderEliminarMuchos Errores Ortograficos :v
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